Argentina

Argentina se ha enorgullecido durante mucho tiempo de tener una población que "bajó de los barcos" - aquellos que trajeron a casi 6 millones de inmigrantes europeos al país a fines del siglo XIX y principios del XX en busca de tierras y oportunidades económicas. Casi al mismo tiempo, vastas extensiones de tierra fueron anexadas por la devastadora Conquista del Desierto, una campaña militar que diezmó a las por entonces autónomas naciones originarias de la Patagonia y la región del Chaco, expulsándolas de sus territorios, a menudo hacia áreas urbanas.

La presencia de personas negras, que a principios del siglo XIX eran alrededor del 25% de la población de Buenos Aires (y más del 50% en algunas regiones agrícolas) disminuyó gradualmente: las élites llamaron a las organizaciones de la comunidad afro a distanciarse de su identidad étnica para “contribuir” a la integración nacional y las instituciones estatales dejaron de registrar la etnicidad y raza. Los afroargentinos se volvieron invisibles en las estadísticas y en la imaginación pública, a medida que crecía la imagen de Argentina como una nación principalmente blanca y europea – imagen que gradualmente se volvió dominante a principios del siglo XX.

Pero las ideas de diferencia racial no desaparecieron. En cambio, aquellos elementos de la sociedad de piel y cabello más oscuros, descendientes de afros y pueblos originarios, y ubicados casi inevitablemente en los estratos económicos más bajos, fueron etiquetados de forma peyorativa como "negros" por las clases media y alta de piel más clara. “Negro” en Argentina no se entiende necesariamente como una referencia a la afrodescendencia, sino a una no-blanquitud poco definida (que podría incluir lo afro o no), entrelazada con nociones de clase, educación, formas de comportarse y origen geográfico.

El hecho de que “negro” no sea visto como una identidad racial -tanto por los argentinos blancos como por los no blancos- combinado con un discurso dominante de homogeneidad racial, hizo que la negación de la diferencia racial y el racismo en Argentina persistiera en el sentido común, los medios de comunicación e incluso la investigación académica hasta hace muy poco tiempo. El reconocimiento de la existencia de racismo contra los “negros” y los pueblos originarios, así como los afroargentinos, ha sido una lucha cuesta arriba, e incluso las recientes políticas multiculturalistas rara vez abordan el racismo. Se asume que el racismo contra las personas afro y originarias solo se da en casos de agresiones abiertamente racistas, mientras que las actitudes y expresiones racistas hacia los “negros” se consideran principalmente manifestaciones de prejuicios clasista.

El discurso de una Argentina blanca y europea ha considerado la blanquitud no solo como una identidad racial. Al igual que “negro”, se entrelaza con ideas de clase, capital cultural y urbanidad, y se presenta como algo que se puede lograr con educación y trabajo duro. Sin embargo, los argentinos blancos de ascendencia europea se esfuerzan por distinguirse de aquellos que ven como no blancos, quienes generalmente tienen limitadas oportunidades de ascenso social.

Muchas personas se han movilizado políticamente y se autoidentifican activamente como miembros de minorías étnico-raciales, ya sea como afrodescendientes o como miembros de las más de treinta naciones originarias que viven en el territorio argentino, las más grandes de las cuales son la Mapuche, la Kolla y la Qom. En la década de 1990 una reforma constitucional reconoció la preexistencia de los pueblos originarios, lo que hizo posible la reparación histórica a través de la titulación de tierras - por ejemplo, para las comunidades mapuche. Sin embargo, estas políticas han sido limitadas y no han terminado con los conflictos territoriales, algunos de los cuales han resultado en muertes y están moldeadas por ideas racistas sobre quién puede ser propietario legítimo de la tierra. Las luchas por la tierra y la búsqueda de una mejor educación y empleo han estado en el centro de la migración de personas originarias a las ciudades.

Mientras que grupos como los Toba/Qom recrean sus tradiciones en la ciudad, otros migrantes originarios son menos conscientes o están menos interesados en sus genealogías. Sin embargo, encuentran una sensación de familiaridad con otros migrantes indígenas en la ciudad, así como con los pobres urbanos catalogados como “negros”. De hecho, a menudo también son etiquetados como “negros” por las clases media y alta, y algunos también terminan identificándose como tales. Las cifras oficiales de una encuesta de 2004 indicaron que el 1,5% de los argentinos se identificaban como personas originarias, mientras que el censo de 2010 por primera vez en más de un siglo incluía una pregunta sobre la autoidentificación afro: el 0,4% de las personas se definían como afrodescendientes.

Text by Ignacio Aguiló, Ana Vivaldi, Peter Wade

Members of Teatro en Sepia sit on the front of a stage.

Grupo de Artistas

Screenshot from a Zoom rehersal of the Fuego Amigo scene

Colaboración Teatro en Sepia / Teatro El Katango

Members of Teatro en Sepia in rehearsal.

Teatro en Sepia

El Katango performing their play Pewma

El Katango

Group photograph of the members of Identity Brown

Identidad Marrón

Artwork by Jovan'

Identidad Marrón - Virtual Visual Art Exhibition

Members of Eskina Qom along with video crew and researchers

Eskina Qom

Image of Libertad Subero

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