Colombia
Colombia es el tercer país de mayor población de América Latina y, según su censo de 2005, tiene una de las poblaciones negras más grandes de la región, tanto numérica como proporcionalmente: alrededor de 4,5 millones de personas se identifican a sí mismas como negras, lo que es alrededor del 11% del total. El país también se destaca por tener una región entera, el litoral del Pacífico, donde más del 80% de la población es negra. A pesar de esto, la presencia de personas negras en Colombia ha sido históricamente marginada. Aún hoy, después de 30 años de políticas estatales multiculturales que han aumentado en cierta medida su reconocimiento, siguen siendo marginados en una nación caracterizada por una marcada desigualdad racial y actitudes y prácticas racistas.
La gente negra ha ocupado una posición marginal en el arte canónico colombiano. A mediados del siglo XX, comenzó una entusiasta representación de la poblaciones negras e indígenas, realizada por reconocidos artistas no-negros y no indígenas y guiada por un marcado exoticismo y primitivismo. No obstante, la presencia de artistas negros fue ignorada e invisibilizada.
Las contribuciones de la gente negra e indígena en el arte colombiano pueden rastrearse hacia finales del XVIII, en la plástica, y en el siglo XIX en la literatura. No obstante, ellas permanecieron desconocidas hasta el siglo XX, cuando comenzaron a ganar más notoriedad en el escenario del arte nacional. En estas expresiones artísticas, las referencias al racismo por momentos se traslaparon con alusiones a la cultura popular o la afirmación identitaria en el marco de la multiculturalidad. Sin embargo, a partir de la década del 2000, varias prácticas artísticas de artistas afrocolombianxs - y de otros grupos - empezaron a dar cuenta del racismo de forma más directa al utilizar experiencias cotidianas como inspiración para sus creaciones artísticas. Estxs artístas también introdujeron formas de auto-representación en el arte. Tras el empleo de varios recursos expresivos se empezó a construir una narrativa que desmantelaba los estereotipos sobre la gente afro y combatía el rechazo contra los sectores populares racializados. Estas prácticas artísticas construyeron versiones más justas de la historia del pueblo negro y pusieron a sujetos racializados en el centro de las preocupaciones artísticos. De esta forma, estos trabajos promovieron la afro-referencialidad y se inscribieron en las luchas afro diaspóricas, realzando las estéticas afros como lugar de enunciación política. El combate al racismo en el arte en Colombia también revisó y cuestionó el legado colonial y la preeminencia de la blanquedad como ordenamiento social.
Lxs artistas colombianos de este apartado de la exposición se caracterizan por pertenecer a redes locales y translocales de activismos, feminismos basados en perspectivas decoloniales y prácticas artísticas comunitarias y participativas. La mayoría de ellxs han establecido colaboraciones artísticas entre sí, pese a estar situados en distintas regiones de Colombia. Son además sujetxs que han experimentado la racialización en el cuerpo y los efectos del estigma de la “raza” como una etiqueta que siempre les acompaña. Sus prácticas artísticas pueden describirse como políticamente comprometidas con las transformaciones sociales estructurales, que reflexionan, a veces de formas más explícitas que otras, sobre los efectos que el racismo imprime cotidianamente sobre los cuerpos, las personas, las comunidades y los territorios urbanos y rurales. Estas piezas artísticas se enuncian desde lenguajes estéticos heterogéneos que movilizan emociones e interpelan afectivamente a las audiencias a través del movimiento dancístico, las sonoridades musicales afro caribeñas, la imagen fotográfica, gráfica y audiovisual, el retrato, el video, y la musicalidad de la poesía con su universo afro religioso. Entre las estrategias narrativas que proponen lxs artistas a través de sus prácticas artísticas están: cuestionar, conmover, incomodar, satirizar, indignar, criticar, dignificar, desmetir y documentar experiencias entre otros.
Por último, las piezas que se presentan a continuación pertenecen a artistas que han buscado renovar los lenguajes estéticos afro y decoloniales en los campos artísticos en los que se desenvuelven. De manera consciente, sus prácticas artísticas irrumpen en espacios hegemónicos del arte en Colombia con propuestas poco convencionales que buscan “afectar” el consenso establecido sobre las identidades afro; sus modos de ser, vivir, y estar en sociedad. Por esta razón, las prácticas artísticas están basadas en procesos y métodos de investigación-acción participativa que comprenden la documentación de las religiosidades afrodescendientes y las danzas tradicionales, la revisión de archivos familiares, y el escrutinio de otras fuentes históricas para indagar sobre los aportes de la gente negra en el arte y la nación. Estas prácticas artísticas también apoyan procesos de reconstrucción de memorias comunitarias a través de la fotografía y el video, al punto de construir formas de afirmación de la diferencia racializada en términos más inclusivos.