Brazil

Los pueblos indígenas de Brasil han estado bajo constante ataque desde el comienzo del período colonial. Fueron sistemáticamente (e ilegalmente) esclavizados a partir de principios hasta finales del siglo XIX. Desde el siglo XVI en adelante, han sido diezmados por enfermedades y expulsados de sus territorios. Y, en los siglos XX y XXI, la "modernización" y el "desarrollo", deseosos de tierra, han creado ranchos ganaderos y plantaciones agroindustriales cada vez más grandes. La política estatal ha proporcionado programas paternalistas de “protección” a los pueblos indígenas (que, según el censo de 2010, suman alrededor de 800.000 personas y comprenden unas 300 etnias, que hablan más de 270 idiomas). Mientras tanto, promueve las industrias agrícolas y extractivistas que los desplazan y degradan el medio ambiente. Desde 2019, el liderazgo derechista del presidente Jair Bolsonaro ha dado rienda suelta a estas industrias y ha proporcionado una plataforma para que florezca el racismo antiindígena, socavando los intentos indígenas de proteger sus tierras, identidades y formas de vida.

Sin embargo, la figura del “índio” ha sido central en la imaginación de la élite sobre la identidad nacional desde al menos el siglo XIX. En tal creación de mitos nacionalistas, los pueblos indígenas han sido representados como el pasado incivilizado del que surgió el Brasil "moderno", mientras que, para los pueblos indígenas actuales, se ha desalentado (y a menudo prohibido) el uso de sus idiomas y la práctica de sus formas de espiritualidad. Lo mismo ha sucedido con la auto-identificación. Percibidos como destinados a morir o ser asimilados y desaparecer, los pueblos indígenas han sido tan invisibilizados que incluso el racismo contra ellos generalmente se ignora. La prolífica producción académica sobre el racismo en Brasil, por ejemplo, apenas menciona a los pueblos indígenas, mientras que las principales políticas antirracistas del país se han dirigido casi exclusivamente a los afrodescendientes. El racismo contra la población indígena rara vez se menciona como tal y es marginal en la agenda política.

La resistencia indígena comenzó a tomar dimensiones a nivel nacional hacia fines del siglo XX, con los debates en torno a la Constitución de 1988. Recientemente, la movilización indígena se ha incrementado ante las mayores amenazas que enfrentan. En los últimos 10 a 15 años, la resistencia indígena también ha encontrado nuevas y potentes expresiones en las artes visuales, la literatura, el cine y la música, tomando la tierra y la identidad como temas centrales. Las artes han demostrado ser un terreno fértil para el cuestionamiento de los estereotipos racistas que relegan a los pueblos indígenas al pasado o a las selvas, que los representan al borde de la extinción física y cultural, y que les niegan un lugar en el presente y futuro de la nación.
 

Jamille Dias, Lúcia Sá, Peter Wade

Three photographs of indigenous people with their bodies and faces erased.

Arissana Pataxó

Still from Minha avó foi pega a laço showing ribbons tied to a wire mesh.

Naine Terena

A masked Denilson Baniwa stands in a corn field.

Denilson Baniwa

Jaider Esbell displaying his work in the Jaider Esbell Gallery.

Jaider Esbell

Photograph of Owerá, an Indigenous rapper.

Owerá

Still from Preconceito

Olinda Yawar Tupinamba